domingo, septiembre 23, 2007

Arazati...nuevamente amenazado




Desembocadura del Arroyo Sauce en el Río de la Plata, a la derecha se inicia el Arazatí.

El 21 de junio del corriente una Sociedad Anónima presentó en la Dirección Nacional de Minería y Geología -DINAMIGE- una solicitud de concesión para explotar las arenas en parte del padrón 3695 del departamento de San José, ubicado en lo que se conoce como Rincón de Arazatí, sobre el Río de la Plata. Cabe señalar que este tipo de emprendimientos requieren de la Autorización Ambiental Previa por parte de la Dirección Nacional de Medio Ambiente -DINAMA-, de acuerdo a lo que dispone el Decreto 349/005. Esta Dirección incluyó a la solicitud en la Categoría "B" , que establece el artículo 5 de dicho cuerpo normativo, debido a que consideró que la misma no producirá “impactos ambientales negativos significativos”, y no le exigió a la empresa el Estudio de Impacto Ambiental completo que dispone la Categoría “C”. Pero si la DINAMA conociera la zona en cuestión, tendría que haber rechazado de plano este emprendimiento y declarar su voluntad de incluir a Arazatí como Área Natural Protegida.
El área de Arazatí se enmarca entre el Arroyo Sauce, donde se encuentra el malogrado Puerto Arazatí, y el Arroyo Pavón, abarcando una zona costera sobre el Río de la Plata de unos 12 Km. de extensión, y tierra adentro de unos 6 Km., conformando lo que son: el Rincón de la Angostura (entre los Arroyos Sauce y Pereira) y el Rincón de Arazatí (entre los arroyos Pereira y Pavón).
El Rincón de la Angostura, previa canalización de los bañados, fue forestado casi en su totalidad, con pinos y eucaliptus, por una empresa que tiene su propio aserradero en las cercanías del Arroyo Sauce, lo mismo sucedió en la margen derecha del Pavón por otra empresa.
En lo que respecta el Rincón de Arazatí, se instaló a principios del siglo XX una arenera que exportaba a Buenos Aires el material extraído. De las canteras, situadas tierra adentro, se trasportaba la arena entre caminos abiertos entre el monte, bañados y arenales hasta un muelle de más de un kilómetro de largo que se adentraba en el Río de la Plata, por donde transitaba una pequeña locomotora con vagonetas que llevaba la arena hasta unos imponentes silos enclavados en el agua, donde era cargada por los barcos para llevarla a su destino.
Esta arenera funcionó hasta mediados del siglo pasado, y afortunadamente sólo quedan de ella, como tristes testigos de esa época desbastadora, los silos, inclinados y amenazando caerse a las aguas del bravío Río de la Plata, que arrasó con el muelle.
Después, el paso de los años y la ausencia de la mano del hombre permitieron que el lugar volviera a ser lo que antaño.
El monte nativo volvió a crecer entre los arenales y bañados, y la rica fauna regresó para quedarse
Las canteras se volvieron dos lagunas, que los lugareños llaman "de la Draga" y "del Guinche", pero la única que figura con nombre en los mapas es la primera: "Laguna del Sauce".
Los viejos pescadores artesanales dicen que en ellas se pescan los sábalos más grandes del Río de la Plata.
Entrar al Arazatí por la "Picada del Ciego" - puente al que solo le quedan viejas vigas- es introducirse en lo agreste, en lo exuberante de la rica flora, al que le sigue un camino invadido por la vegetación que termina, luego de pasar entre las dos lagunas, en el Río de la Plata.
Por la costa, al llegar al sinuoso y culebreante Pereira es cuando comienza la magia del paisaje, y otro tanto ocurre cuando se llega a la boca del Pavón desde Cufré, más caudaloso, pero los bañados y esteros que lo rodean impiden la marcha del visitante ocasional, solo accesibles para los “vaqueanos”.
Entre estos dos arroyos está la espesura del Arazatí.
Su rica flora y fauna hicieron del lugar morada de nuestros indígenas, pero la riqueza arqueológica del lugar sigue escondida, a pesar de los estudios que se han hecho. Por citar algunos ejemplos, cabe mencionar a Carlos Maeso, que en 1911 exploró el Pavón y en su relato nos habla que se encontró con un "espectáculo conmovedor de la naturaleza". Más tarde llegó Penino al Pereira, y también el Centro de Estudios Arqueológicos -CEA-, más tarde, quienes nos dejaron fieles testimonios de la presencia indígena en la zona. Hoy el lugar es parte del "Proyecto de investigación arqueológica en la cuenca inferior del Río Santa Lucía y costa del Departamento de San José" por un Convenio de Cooperación entre el Ministerio de Educación y Cultura y la Intendencia de San José.
En cuanto a las aves, solo basta mencionar el censo que Francisco Rilla publicara en "Uruguay.Informe Anual 2004", que nos dice:
"Algunas áreas presentan un alto grado de perturbación con especies leñosas exóticas invasoras.
Al parecer los humedales que presentan un mayor grado de perturbación están sujetos a la extracción de arena (lo que acarrea la tala del bosque nativo y la plantación de otras especies con fines ornamentales) y son influenciados por la actividad antrópica posterior debido a la consiguiente apertura y mantenimiento de rutas
Los bañados de Arazatí actúan como un sitio de paso alternativo para la migración de primavera y otoño de aves acuáticas neotropicales migratorias (familias Charadriidae y Scolopacidae). En el área se han identificado 150 especies de aves, que representan el 30% de la avifauna del Uruguay. Entre ellas se incluyen especies residentes, residentes estivales, visitantes estivales, visitantes invernales, aves de paso y errantes.
La zona se caracteriza por la diversidad de aves acuáticas y costeras del estuario platense. En el área se registran grupos de Cuervillo cara afeitada (Phimosus infuscatus) y gaviotas capucho café (Larus maculipennis). También frecuentan la zona la Garza blanca chica (Egretta thula), Garza blanca grande (Casmerodius albus) y Espátula rosada (Ajaia ajaja). En los humedales interiores se pueden observar varias especies de Anseriformes.
Algunas de ellas, como el Cisne cuello negro (Cygnus melanocorypha), el Pato cara blanca (Dendrocygna viduata), el Pato silbón (Dendrocygna bicolor) y el Pato picazo (Netta peposaca), llegan a concentrarse en grandes bandadas preferentemente en los meses de invierno y primavera. En Arazatí confluyen especies migratorias que llegan desde el Hemisferio Norte y de diversas regiones del Hemisferio Sur. Algunas, como el Chorlo pampa (Pluvialis dominica) se reproducen en el Hemisferio Norte y llegan a la región, preferentemente a la zona de la desembocadura del Arroyo Pereyra y la costa del Río de la Plata en los meses de primavera y verano"
El Profesor Jorge Chebataroff nos dice que la explotación de las arenas en forma intensiva y mal regulada en los departamentos de San José y Colonia, han hecho desaparecer parcial o totalmente el cordón arenoso, o las barras protectoras, y la correspondiente vegetación fijadora de la costa.
Y si alguien piensa que estos emprendimientos benefician al progreso de nuestro país y generan empleo, seguro se equivoca, y aunque la modalidad de extracción de la arena en Arazatí que se propone sea diferente, inevitablemente se va a modificar notoriamente el lugar.
Quien explotara las arenas de Arazatí, luego se trasladó a lo que hoy se conoce como la "Arenera Arrospide", situada entre el Arroyo Pavón y el balneario Boca del Cufré, también en el departamento de San José, obteniendo la concesión para la explotación de las arenas del lugar en el año 1999 sin ningún estudio ambiental previo. En este lugar, donde se dragó el Río de la Plata para permitir el ingreso de inmensas embarcaciones, llamadas "chatas areneras", que transportan diariamente, rumbo a Buenos Aires, su carga de arenas libres de cualquier control, la costa ha retrocedido en los últimos 30 años más de doscientos metros.
Si comparamos este retroceso de la costa producto de la actividad extractiva de arena, con lo que nos dice un informe de 1998 de la Comisión Nacional Sobre el Cambio Climático, llamado "Estudio País sobre el cambio climático", que estima una tasa de erosión de hasta veinte metros en 25 años para las barrancas de la costa del departamento de San José, salta a la vista el daño que estas areneras producen en la costa del Río de la Plata.
El mismo informe señala que "la protección de áreas naturales se considera una acción prioritaria en un plan de desarrollo costero".
El Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca en la "Carta de Suelos y Aptitud General de Uso", que acompaña a los "Resultados e Interpretaciones de la Cartografía de Suelos", basados en trabajos de campo en el sur del departamento de San José, nos dice que la mayoría de los suelos de Arazatí son tierras no cultivables y de "Reserva Natural de la Flora y Fauna".

El departamento de San José tiene escasas áreas naturales costeras, una es la playa Penino, designada "Playa Ecológica" por el Gobierno Departamental de San José, y la otra es Arazatí.
Playa Penino por ser pequeña y estar dentro de una zona muy poblada no podrá ser sostenible como todos deseamos, en cambio Arazatí, como hemos señalado, tiene hoy menos impacto humano, es mucho mayor en extensión, es difícil su acceso, y posee más diversidad en la fauna y en la flora, lo que la hace indicada para que sea declarada Área Natural Protegida, o por lo menos se impida que la mano del hombre la dañe nuevamente, aplicando otras alternativas que la normativa legal dispone. Hay que señalar, además, que las intendencias municipales tiene ingerencia y competencia en materia de Medio Ambiente, por lo que la Intendencia de San José puede intervenir adoptanto posición en defensa de lo que es el patrimonio ambiental departamental y nacional, como esperamos que así suceda antes de que sea tarde, y no espere a la DINAMA que solo ha exigido un tímido estudio ambiental.
Y en esta apretada síntesis, nada mejor que terminar con las palabras del Prof. Jorge Chebataroff, quien conoció y estudió nuestra geografía con más profundidad que ninguno, cuando en un artículo del Suplemento Dominical de "El Día" del año 1953, titulado "En el Arazatí Boscoso y Anegadizo", nos decía:
"La impresión que lleva el visitante de esta zona, donde los montes indígenas y las formaciones arbustivas de candela o chirca de monte (Dodonea viscosa) que incluyen arazá, marcela, el senecio llamado vulgarmente margarita de los arenales, y muchas otras plantas, destacándose entre los árboles el sauce criollo, el ceibo, el tarumán espinoso, el coronilla, el molle, el tala, el espinillo, el quebradillo, el mataojo, etc., formaban antiguamente espesuras casi intransitables, que rodeaban bañados de suelo movedizo, poblados de Scirpus gigantous (espadaña), totora, juncos, duraznillo blanco y sarandíes, y donde los ceibos aparecían cubiertos de una tuna larga y fina (Rhipsalis humbricoides), claveles del aire y otras epífitas; donde se refugiaban otrora muchos matreros protegidos por la exuberancia y densidad de la vegetación, y donde las vueltas y divisiones en brazos, de los arroyos Pavón y Pereira, complican hasta un grado inconcebible la geografía de la región, es que por lo menos pasó Atila por esa zona, pues de las famosas espesuras que antiguamente pocos osaban penetrar por temor a extraviarse o por los peligros representados por la yarará o los maleantes, quedan solamente grupos de árboles que todavía se aferran al suelo húmedo, y de arbustos que han entrado en competencia con la multitud de plantas invasoras.
De las obras de las empresas areneras quedan hoy sólo los restos, viviendas semiderruidas, depósitos, los elevadores de arena, algunos árboles cultivados por los antiguos pobladores.
Huellas de un fracaso humano se ven por doquier; parecería que la naturaleza hubiera deseado vengarse del hombre, obligándolo a abandonar el lugar.
...los vecinos del lugar parecen persuadidos de la necesidad de defender lo restos de los montes indígenas, de proteger las aves acuáticas (garzas, chajá, espátula, etc.) que pululaban antiguamente en los bañados y que hoy son mucho más escasas.
El viejo Arazatí cuyo nombre era pronunciado con cierta emoción en otras épocas, ya no es aquel bosque cerrado e intransitable, verdadero paraíso y refugio de la fauna, particularmente de las aves acuáticas; los árboles han sigo castigados por doquier, los médanos removidos, la vegetación herbácea ahogada por las plantas invasoras; muchas aves han sido aniquiladas; otras asustadas por los disparos de las armas de fuego han emigrado a otros lugares más seguros; el chajá se levanta para lanzar hoy un verdadero grito de desesperación, ante tanta depredación.
Todavía quedan junto al litoral bosques de ceibos, donde los árboles han sido arrancados de raíz por el oleaje; por doquier se ven huellas de los grandes temporales; pero es mucho mayor el desastre causado por la acción humana, que los nuevos habitantes, patriotas de verdad, tratan de corregir."
Afortunadamente y luego de más de cincuenta años de la reseña de Chebataroff, Arazatí volvió a ser casi el mismo de antes, no le demos otro golpe mortal.


Proc. Daniel Bentancor